lunes, 14 de mayo de 2012



Las brujas y su mundo
Julio Caro Baroja









Aguilar Torres, Alejandro

Agulló Ramírez, Carmen

Carpio Jiménez, Claudia

Domínguez Chica, Francisco David

García Vázquez, Andrés

Gutiérrez Bueno, Belén 

Liébama Delgado, Juanita 

López Palomo, María del Carmen






Capítulo 17. La época de las luces.

  1. La corriente crítica en la primera mitad del siglo XVIII.
  2. Lo que pensaban de la brujería Voltaire y el Padre Feijoo.
  3. La crítica en la segunda mitad del siglo XVIII.





Capítulo 18. Arte y literatura en torno a la brujería.

  1. El Bosco o censura objetiva.
  2. El realismo literario.
  3. Goya y la mentalidad moderna
  4. Romanticismo y folklorismo.


Capítulo 17. La época de las luces.

1. La corriente crítica en la primera mitad del siglo XVIII.

El autor madrileño, Julio Caro Baroja, desde el principio de este capítulo, nos aclara que no siempre es quien inicia un movimiento cultural, quien recibe la honra por éste, sino que la suele recibir aquel que es capaz de transmitirlo mejor al público, el que tiene una mayor habilidad para hacerlo. Lo que en muchas ocasiones lleva a un falseamiento de la realidad histórica, una alteración de los hechos y generalizaciones falsas.


Por ejemplo, se suele decir que la Brujería dejó de existir como delito, gracias a los hechos de hombres de las luces, cuando la realidad es que, durante todo el siglo XVIII, se siguió condenando en muchos países, de forma muy severa a hechiceros y brujos por el delito de Brujería. Sin embargo, en otros países, se consideró con el tiempo como un delito común, como se podrían considerar el engaño o el fraude. Esto era por la influencia de magistrados que tenían muy poco que ver con la Ilustración, como por ejemplo, los inquisidores españoles del siglo XVII.


Los sondeos científicos que se han hecho sobre la Brujería en diversos lugares, es lo que da un gran interés al movimiento crítico del XVIII. Y no sólo la Brujería, sino otros asuntos relacionados con ella. Sondeos que en muchas ocasiones, se llevaban hasta sus últimas consecuencias.

Generalmente, los escritos más radicales contra las viejas opiniones, salieron de Holanda. Allí escribió Bayle sobre la magia con una gran libertad, aunque rindiendo tributo, algunas veces a su preparación de teólogo, católico al principio, y protestante después, y dudando de todo al final. En definitiva, no se atrevió Bayle a negar absolutamente la verdad sobre lo que se contaba acerca de la Brujería en su época, o en la gran cantidad de libros que sobre el tema leyó. El escéptico no es el que niega, sino el que duda, y Bayle dudaba de todo.

Es en Holanda y en esta época donde se publican folletos, libros, en los cuales se examinaba de maneras muy variadas el mismo asunto, y a veces se llegaba a conclusiones muy radicales. El libro más crítico y negativo, que produjo un gran escándalo, fue el de Baltasar Bekker (1634-1698), cuyo título es "Betoorverdeweereld", lo que significaría: "El Mundo Encantado". Se imprimió en Leuwarden en 1691 y fue traducido muy pronto a otros idiomas europeos, entre ellos el francés, en 1694.  

Podemos imaginar lo negativo de este libro, y la gran fealdad de su autor, pues hasta el poeta La Monnoye escribió lo siguiente acerca de él:


"oui, par toi de Satán la puissance est brisée
Mais tu n´as cependant pas encore assez fait;
Pour nous ôter du diable entièrement l´idée,
Bekker, supprime ton portrait".
 
Era una empresa ardua, aunque fuera en Holanda, en pleno siglo XVIII, demostrar que Satán no intervenía en los asuntos del hombre. También era peligroso. Por eso la obra de Bekker fue condenada en un concilio, y fue destituido del cargo que ostentaba. Hasta su muerte anduvo errante y llevando una vida insegura.


Con respecto a la Brujería y a la Hechicería, se supone que un hombre que fuera racionalista, radical en su interpretación crítica y completa de un texto, tildara como cuentos y patrañas ridículas o como espantosos crímenes judiciales los hechos que tanto se repetían en su época y antes de ella. Hay de hecho, otras obras que que abordan el tema de manera humorística.



En Amsterdam, apareció otro libro en 1710, anónimo, escrito en francés y titulado:


“L´historie des imaginations extravagantes de Monsieur Oufle”, que es una sátira en la que el autor, con respecto a los libros de Magia, adopta la misma actitud que adoptó Cervantes en su libro “Don Quijote de la Mancha” con respecto a los libros de caballerías. Pero si exceptuamos esto, no encontramos otra analogía entre la obra maestra del gran autor español y el cansado y difuso razonar, además de las bromas insulsas y las aburridas historias que contó Bordelon (1653-1730) en sus escritos. La cuestión es que esta obra se imprimió varias veces y que, con seguridad tuvo que influir en una Europa, que en esencia era razonadora.


Hay unas cartas escritas con más talento que la obra citada de Monsieur Oufle, son del médico St. André, que aparecen en 1725, y que insisten en la gran importancia que tiene la literatura sobre la Hechicería, en la educación y formación de los que confiesan celebrar el Sabbath. Éste médico tuvo sus enemigos, y en este erudito siglo, que ha dado lugar a tantas polémicas, no faltaron disputas similares en otros países. También las ficciones satíricas de una extraordinaria pesadez, en que a veces se discutía superficialmente, sobre lo que un siglo antes había sido la pesadilla y el terror de Europa.



Nos cuenta Caro Baroja, sobrino del insigne vasco, que en Italia, sin ir más lejos, fue el Marqués Mapffei, el que combatió radicalmente las vanidades de la Brujería. También, un escritor piadosos llamado Jerónimo Tartarotti, publicó en 1749 una obra titulada “Del Congresso Notturno delle Lammie” en la que, de una forma muy erudita, se impugna a Del Río y a otros autores, siguiendo la tesis de nuevo, de que las brujas asistían a sus conciliábulos, o reuniones ilegales, sólo con su imaginación. De forma que sólo era in mente cómo cometían las fechorías de las que se las acusaba.



Tartarotti pensaba que el diablo podía intervenir en las conciencias de estas descarriadas y no negaba que la existencia ni la eficiencia de la magia y la hechicería en los círculos ajenos a estas hechiceras ignorantes.



Maffei fue consultado a propósito de la obra de Tartarotti, y respondió con un lacónico escrito en el que alababa la erudición de éste autor, pero también declaró que sus teorías le parecían totalmente inadmisibles. A lo que Tartarotti le respondió con una Apología en la que utiliza los mismos métodos que usó Orígenes para combatir a Celso. Copió párrafo a párrafo el tratado de su adversario y lo fue rebatiendo uno a uno. La mayoría de la gente pudiente y de influencia se inclinó más por las opiniones de Maffei.



Montesquieu resumió de la siguiente forma la posición que se adoptó con respecto al capítulo V del libro XII de su clásica obra “De l´espirit des lois”: “Máxima importante: hay que ser muy circunspecto en la persecución de la Magia y la Herejía. La acusación para estos dos crímenes puede chocar de un modo extremado a la libertad y ser fuente de una infinidad de tiranías, si el legislador no sabe limitarla. Pues como no cae directamente sobre las acciones del ciudadano, sino más bien sobre la idea que se han formado sobre su carácter, se convierte en cosa peligrosa en proporción a la ignorancia del pueblo. Y, en consecuencia, un ciudadano siempre está en peligro, porque la mejor conducta del mundo, la moral más pura, la práctica de todos los deberes no son garantías contra las sospechas de estos crímenes” Lo que está muy claro es que aquí, Montesquieu se está refiriendo a las personalidades de una gran importancia. Pero con respecto al orden práctico de la vida, su consejo también tenía una validez limitada.





2. Lo que pensaban de la brujería Voltaire y padre Feijoo.

Se puede decir que a mediados del siglo XVIII la discusión entre los defensores de una concepción mágica del mundo y los contrarios a ese pensamiento había prácticamente terminado, con la victoria de los últimos, esos que se dedicaron a denigrar todo lo relacionado con la magia, brujería, astrología....sobre todo en las clases dominantes, donde el mundo intelectual estaba desarrollado, cosa que no ocurría en otros sectores y estratos de la sociedad de ese siglo XVIII.


A este segundo grupo de detractores o quizás mejor desmontadores o incrédulos de una concepción mágica de la naturaleza, pertenecían dos grandes y muy importantes personajes dentro del mundo intelectual europeo, como fueron Voltaire y el padre Feijoo, aunque junto a ellos existieron muchos más.


El primero de estos personajes, Voltaire, nació en París en 1694, y murió en la misma ciudad en 1778.
Escritor francés, fue la figura fundamental, o sino una de ellas, dominante durante este siglo. Su obra literaria es al mismo tiempo heterogéneo y desigual, resaltando sus relatos y libros de polémica ideológica. Como filósofo fue un genial y fabuloso divulgador, a lo que habría que sumar un claro y evidente credo laico y anticlerical que sirvió para orientar a los llamados teóricos de la Revolución Francesa.
Estudió con los jesuitas de París, estuvo también como secretario en la embajada de La Haya. Inició la tragedia "Edipo" en 1718, escribió una serie de versos irrespetuosos contra el regente, lo que le valió para ser recluido en la Bastilla.
Posteriormente fue desterrado a Châtenay. Fue de nuevo encarcelado en la Bastilla tras un altercado, y cinco meses después liberado y también exiliado a Gran Bretaña, país donde fue acogido calurosamente tanto en la corte de Londres como en los medios literarios y comerciales ingleses.
Publicó entre otras obras, "Henriade" (1728), la obra teatral "Bruto" (1730), "La historia de Carlos XII (1731)" y "El templo del gusto" (1733). También "Cartas filosóficas o cartas inglesas (1734)" , en la cual se va a dedicar a alabar a Gran Bretaña y por contra va a atacar duramente a Francia, contraponiendo las para él virtudes inglesas, frente a los defectos franceses.
Escribió además una serie de novelas así como obras teatrales y destaca su "Elementos de la filosofía de Newton" (1738) y "El siglo de Luis XIV" (1751).  Sus obras mayores serían el "Tratado de tolerancia" (1763), y el "Diccionario filosófico" (1764). Por lo tanto, una actividad literaria muy prolija y extensa.


En lo que respecta al tema en cuestión, el de esa concepción mágica de la naturaleza, se dedicó a criticar a todo lo que estuviera relacionado con el mundo de lo misterioso, la magia, la brujería, etc, y en fin todo lo que se alejara del mundo de la razón, como propugnaban los intelectuales de este siglo.


Lo que hasta ahora había sido algo muy común, situación y actitud que venía dándose desde hacía mucho tiempo en los hombres, incluso los dirigentes y mundo intelectual, de creencias y convencimiento de un mundo en el que la influencia de lo mágico, lo que incluía a la brujería, estaba muy presente.

Una situación que para entre otros Voltaire, en ese momento, en ese siglo XVIII, con la evolución de la vida, costumbres, pensamiento, intelectualidad, etc del hombre, con una nueva visión intelectual y filosófica de la vida, en la que ya aquellos "cuentos" y demás historias de poseídos, magia, brujas, aquelarres, y todo lo relacionado con ello que estaban incrustados en las diferentes sociedades y culturas humanas, que provenían desde tiempos remotos de la Antigüedad, donde era algo común e intrínseco del ser humano. Para Voltaire, todo eso ya no tenía cabida en el mundo actual que ellos vivían.

Para propagar las luces de la razón educando mejor a los pueblos hubiera bastado para extirpar de Europa tan ridícula extravagancia que estaba totalmente arraigada y asentada, y muy difícil de aniquilar del pensamiento; a destacar que los países orientales fueron el origen de estas creencias, y que allí no podía desaparecer debido a la idiosincrasia de los propios pueblos de aquellos lugares.

El otro personaje importante que va a destacar dentro de ese grupo de detractores de la concepción mágica, aunque perteneciente a otra condición y creencia que la que representaba Voltaire, fue el padre Feijoo.
Fray Benito Feijoo y Montenegro nació en una aldea de Orense en 1676 y murió en 1764.

Ensayista y polígrafo español, entró pronto a formar parte del estamento clerical, fue monje benedictino y llevó a cabo una vida de estudio llegando a ser catedrático de Teología de la Universidad de Oviedo.
Su obra va a destacar y será muy importante por su carácter didáctico, tendrá por ello gran prestigio entre sus contemporáneos, y también en tiempos posteriores. Escribe con un estilo sencillo, se caracterizaba por preocuparse más del contenido que de la forma. Defendió en España los avances de la ciencia y del pensamiento europeo. Por ello tuvo muchos detractores debido a esas ideas. Cultivó el ensayo, su obra está comprendida básicamente en los ocho tomos de "Teatro crítico universal" y los cinco tomos de "Cartas eruditas y curiosas", que eran una colección de ensayos en los que de forma sencilla y a su vez profunda va a tratar sobre temas tan importantes y básicos como era la física, filosofía, literatura, etc.


Para Feijoo, y como señala en sus propios escritos, algún embustero montón, como él dice, la patraña de hechiceros y vampiros, otros se convencieron y siguieron esa idea y la esparcieron, de forma rápida ,lo que inspiró gran temor en las gentes, que aterrados no pensaban en otra cosa que esos temas de hechizos, vampiros, magia, brujerías.


Para él, las prevaricaciones de la imaginativa, acudiendo a objetos que causan terror y espanto son sumamente peligrosos, y que de un sólo individuo velozmente se extendía y ocupaba a todo un territorio.


Por eso dice que en el siglo XVIII se habla mucho menos de brujas, hechiceros, vampiros y demás elementos, como decía el padre Calmet, ya que esta centuria en la que ellos estaban inmersos era de un pensamiento mucho más reflexivo que en siglos anteriores, donde si triunfó esas ideas esotéricas.


Por lo tanto, esa doctrina que ya había aparecido en momentos anteriores en miembros del estamento eclesiástico, en diferentes obras teológicas (como el abate Bergier...), que vivieron en épocas propicias para ese pensamiento volcado en la creencia en la magia, ahora en un periodo donde el rechazo hacia todo eso era evidente, por lo menos en el mundo intelectual, y donde un público mucho más racionalista era menos receptivo a ese pensamiento mágico, es donde esos autores e intelectuales contrarios a ello pudieron desarrollar su ideario.
 


3. La crítica en la segunda mitad del siglo XVIII.


Cándido María Trigueros

Durante este siglo se fueron publicando libros, de una manera u otra para intentar combatir todo tipo de supersticiones desde un punto de vista racional.

Hay obras como "Diario Noveno" de Gaspar Melchor de Jovellanos, hay otras como la de Don Cánido María Trigueros titulados las brujas.

Se ha perdido muchas de las obras que Trigueros como prosista realizó como es el caso de "Las Brujas", entre otros. Otro de las obras que hizo para desterrar las creencias acerca de las brujas es “Memoria de la gitana Pepilla” esto es literatura satírica de la época.
Durante las luchas políticas del siglo XIX, las creencias sobre el tema simboliza a la gente chapada a la antigua las que son partidarias del absolutismo. Francisco Sánchez Barbero, sale un Floralbo que representa los ideales conservadores en la que hace una locución "creer en brujas", alude a una persona de pocos alcances. Un fragmento de su escrito:


Nos preguntamos: ¿En el cambio de opinión sobre este asunto han influido solamente las discusiones entre juristas, teólogos y filósofos? La respuesta es que no. El hombre adopta posiciones nuevas de forma voluntaria o involuntariamente.





Capítulo 18. Arte y literatura en torno a la brujería.

1. El Bosco, o la censura objetiva.



Jeroen Anthoniszoon Van Aeken, conocido por El Bosco fue un pintor flamenco, nacido en los Países Bajos en 1450 y falleció en 1516.
Con respecto a su familia, los Van Aeken se dedicaban a la pintura y por tanto, formaban parte de los gremios. Como su abuelo y su padre formaban parte de la pintura, aprendió el oficio en el taller de éste último, pero no lo heredó al tener un hermano mayor que se dedicaba a lo mismo. Esto es importante para entender por qué se hizo conocido como El Bosco. Cuando fallece su padre, su hermano mayor es el único con el derecho de usar el apellido. Así Jeroen adoptará como nombre artístico de su ciudad natal, Bolduque.


En torno a 1480, se casó con Aleyt, quién contaba con una buena posición económica, facilitándole el ascenso social hacia la alta burguesía urbana. Esto importante en su formación artística. También lo será su ingreso en la Cofradía de Nuestra Señora, donde comienza a interesarse por la Devotio Moderna. A principios del siglo XVI, su estilo pasará a ser más Renacentista. El resultado es un ecléctico estilo iconográfico propio de finales de la Edad Media.

Los estudiosos difieren respecto a la interpretación de su pintura, pero la crítica es más bien unánime a la hora de manifestar que sus obras muestran la preocupación por la inclinación del hombre hacia el pecado, en desafío a Dios, así como la condena eterna a las almas perdidas en el Infierno, como consecuencia fatal de la locura humana. En sus cuadros recurre a representaciones de carácter religioso empleando la ironía, la sátira, el humor, etc. En este sentido, nos encontramos con que numerosos escritores latinos adoptaron un tono satírico para combatir el pánico sobre la creencia de brujas.

Así, otros autores como Nietzsche, expone dos ideas antagónicas con respecto a las brujas. Una de esas ideas, las compara con Dionisio, ya que representa lo irregular y lo cambiante. Así, en unos momentos se burlaban de la existencia de las brujas y en otros ocasionaba terror. La otra idea que expone, es el apolíneo que consiste en lo ordenado y lo sometido a la regla. Gracias a las obras burlescas de los numerosos artistas (poetas, novelistas y pintores) el miedo a la Brujería disminuyó en la población.


 
2. El realismo literario.

Otros pintores flamencos gustaron de tratar temas semejantes, siendo su pintura apreciadísima en España. En algunos la intención caricaturesca llega a grados extraordinarios, como el cuadro que presenta un banquete sabático en el museo de Bilbao, así la intención religiosa y moralizadora va siendo dominada por una intención estética, humorística.

Habría que preguntarse, ¿Quién puede sentirse edificado ante unas tentaciones se San Antonio concebidas estilo Teniers, o ante una escena infernal como las de Brueghel, del mismo modo como puede estarlo ante un cuadro de Fra Angélico? La pintura religiosa en los siglo XVI-II se hace o dramática y realista, como en España, o decorativa como en Italia, o fantástica siendo el tema religioso de significado accesorio frente a paisajes y escenas costumbristas, como en los Países Bajos. Lo que antes era fin, ahora es medio para pintar bellos países o grandes composiciones a lo Rubens, algo parecido pasa en la literatura y en este tema veremos que al realismo piadoso con que algunos autores medievales hablan de brujas y hechiceras, fustigando sus vicios y perversiones, le sucede un realismo puramente estético casi, en que de modo sólo secundario se condena a éstas. Las brujas pasan a ser tema de ejercicio literario, cuanto mejor se domina el idioma, mejor se dibujan como personajes abigarrados en la novelística, que en España adquiere un gran desarrollo en los siglos XVI-II.

Ya Cervantes traza la silueta de la bruja con humor en "El coloquio de los perros". Quevedo en el capítulo I de "El Buscón", donde el protagonista cuenta sus antecedentes familiares, al hablar de la madre de éste que es alcahueta, alude a su carácter de bruja o hechicera con el consabido tono burlesco, en vida de estos dos grandes ingenios, la fama de los aquelarres vascos, se extendió por toda España. En una época en la que en Castilla y Andalucía fueron castigadas multitud de hechiceras, ellos y otros que vivían en aquellas tierras al referirse a los conciliábulos diabólicos, en vez de aludir a lo que se decía de aquellas hechiceras, se referían sobre todo a los aquelarres del norte, así Cervantes en el "Coloquio de los perros", pone en boca de uno de los interlocutores la descripción de los hábitos de una bruja andaluza que había sido su ama, dice que esta afirmaba haber estado "en un valle de los Montes Pirineos, en una gran jira", y daba detalles de lo que allí ocurría que no podían repetirse: "vamos lejos de aquí a un gran campo donde nos juntamos infinidad de gente, brujos y brujas y allí nos da de comer el diablo, y pasan otras muchas cosas, que, en verdad, y en Dios y en mi ánima, no me atrevo a contarlas, según son sucias y asquerosas y no quiero ofender tus castas orejas". Avanzado el siglo XVII la fama aumenta, Don Luis Vélez de Guevara en "El diablo cojuelo", hace pronunciar a don Cleofás en lo alto de la torre de San Salvador de Madrid, estas palabras: "Buelve allí y mira con atención como se esta untando una hipócrita a lo moderno para hallarse en una gran junta de brujas que ay entre San Sebastián y Fuenterrabía, y a fe que nos aviamos de ver en ella, sino temiera el riesgo de ser conocido del demonio, que haze el cabrón, porque le dí una bofetada a mano abierta en la antecámara de Luzifer sobre unas palabras mayores que tuvimos…”.

La intención de este relato es moralizadora. Pero, ¿Y el tono?, se podría calificar como burla, ya que busca el escepticismo de los que leyeran estos. Ya con Carlos II, el costumbrista Francisco Santos escribió unas líneas dedicadas al proceso de Logroño y a las brujas, en cierta obra en que reprueba las supersticiones vulgares, siempre con un aire satírico-literario. La intención moral de todos estos autores no evita que sus lectores tomaran algo en broma el asunto, debido al tono de las obras y al género que tratan. Se fue utilizando el humor en dosis corrosivas, como en época posteriores otros hombres de pluma, hicieron que personas leídas terminaran creyendo que todo esto de la brujería era patarata y que, al final los artistas tomarán aquel tema no para satirizar, y condenar a brujas y brujos, sino a los que creían que existían estas y las habían perseguido y condenado.



3. Goya y la mentalidad moderna.



Numerosos escritores van a combatir la creencia de la existencia de brujas, que estaba bastante extendida entre el vulgo, mediante novelas de intención satírica y otros escritos similares. Sin embargo el que destacará en esta labor será Francisco de Goya, que por vía pictórica se burla de dichas ideas.Las obras de Goya que tratan sobre la brujería están enmarcadas en 2 períodos; el primero abarca entre 1793 y 1796-97 en "Los Caprichos", y el segundo lo constituyen las pinturas negras de la "Quinta del Sordo"."

Los Caprichos" son una serie de 80 grabados que representan una sátira de la sociedad española de finales del siglo XVIII. Según Edith F. Herman, que los estudió, Goya halló su fuente de inspiración más relevante en la reimpresión de su amigo Leandro Fernández de Moratín del auto de fe sobre brujería que la inquisición celebró en Logroño en 1610. 

Los autos de la Inquisición eran algo poco frecuente a finales del XVIII pero a pesar de ello se podían leer los procesos más relevantes del siglo XVII. Moratín observaba en estos procesos una farsa a las supuestas brujas, por lo que lo reeditó añadiendo comentarios burlescos. Muchos expertos han dudado de esta hipótesis de Helman, ya que la reedición de Moratín es posterior a los Caprichos, pero probablemente Goya tuvo acceso a este material o a otro muy similar, pues las coincidencias son múltiples y significativas.

 Así mismo dicho auto de fe también influyó en las posteriores pinturas negras de la "Quinta del Sordo".En estos temas de "Los Caprichos" referentes a la brujería, Goya recurre a la mezcla de la realidad con elementos fantásticos que se fusionan, logrando así imágenes que critican ciertas costumbres de la época, como la superstición, la Inquisición, el fanatismo religioso y los vicios humanos. En estos grabados deforma la anatomía y rasgos faciales de las brujas y criaturas dando lugar a nuevas formas muy fantasiosas en las cuales el mal se reduce a lo absurdo, criticando de este modo la separación del hombre de las vías de la razón.

En 1799 salió la primera edición de "Los Caprichos", que fue denunciada a la inquisición y retirada, lo cual no es de extrañar dada la intención hostil hacia dicho tribunal. La última plancha, que lleva el número 80, se titula "Ya es hora" y parece una alusión a la hora en que inquisidores y frailes dejen de actuar en el país. 

Si se contemplan las distintas obras en que aparecen las brujas, como "A caza de dientes", se advierte una sensación de angustia que no se experimenta al contemplar las creaciones del Bosco, las cuales son inquietantes pero tienen un aire mucho más burlesco. Y es que por esta época Goya ya había caído preso de la sordera que tanto le amargó y ello contribuyó a que desarrollara esos temas dándoles un carácter más hondo que el de la pura sátira intelectual.Más trágicas aún que "Los Caprichos" son las pinturas negras de la "Quinta del Sordo". Las alusivas a la creencia en las brujas son las que llevan los número 756 (dos brujas volando), 757 (cuatro brujas por los aires), 755 (conventículo campestre), 761 (aquelarre) y 762 (bruja comiendo a su familia). Estas pinturas datan también de una época de gran depresión del autor.

Goya También plasma alusiones hacia autoridades fanáticas, leguleyos y escritores embrollones. Personajes como Jovellanos o Moratín, preocupados por desterrar malos hábitos legales, instituciones corrompidas y creencias añejas, emplean una manera fría y seca de considerar el asunto. A diferencia de ellos Goya se burla y lamenta de todo, y este lamento arranca, tal vez, de la consideración de sus propias debilidades y achaques.



4. Romanticismo y Foklorismo

El arte marca rumbos nuevos, sugiriendo orientaciones nuevas. Pero en el Romanticismo hubo un retroceso, viéndose el tema de la brujería como de "color", quedando el asunto mermado, ya que se vio como un tema de "color loca", visto en los escritos como los de Merimeé sobre las brujas españolas, o de "colores históricos", en novelas y folletines influenciados por Sir Walter Scott.

Prosper Mérimée (1803-1870) fue un enamorado de España, a la que visitó en numerosas ocasiones y le sirvió de fuente de inspiración para una parte importante de su obra literaria.


Los artistas vieron estos asunto de brujería desde lejos, con un criterio efectista y teatral. Querían usar suerte que crearan sensaciones en el público burgués de los certámenes, folletines o libros del momento. En "Las brujas españolas", Mérimée se burla tanto de la extendida credulidad de los "sorcières", como de la fanática adoración popular a las vírgenes locales. La inconsecuencia de las superstición es puesta comicamente de manifiesto en el personaje de Vicente, guía y acompañante del escritor en su viaje a Murviedro, que es capaz de creerse las mayores patrañas y, a la par, considerar imposible que las brujas monten en una escoba. El relato de las viejas hechiceras que navegan todas las noches de Peñíscola hasta América pone un divertido punto final a la carta.

Podemos tomar como ejemplo de obra romántica sobre el tema, la deVíctor Hugo en una balada famosa que dio pie a una litografía de Louis Boulanger, famosísima en su época, y en la cuál, privan de sensaciones visuales.
Cartas sobre demonología y brujería (Letters on Demonology and Witchcraft) es un libro ocultistadel poeta y novelista escocés Walter Scoot, publicado en 1830. En febrero de 1830 Walter Scottse recuperaba de un severo ataque nervioso. Siguiendo la sugerencia de sus allegados, se dedicó a escribir un pequeñotratado de brujería.

Walter Scott convirtió su lecho de enfermo en un estudio atiborrado de libros, esotéricos y no tanto, que conformarían los cimientos de sus "Cartas". Fascinado por supersticiones populares y por el arraigo de la brujería en Europa, Walter Scorr comenzó una tarea titánica, por el valor agregado de sus consideraciones sobre un tema tan abrasivo para la mentalidad de la época.


"Cartas sobre demonología y brujería" se construye como un epistolario, lo cual le permitía utilizar el método discursivo, mucho más fluido cuando el tópico en cuestión requiere más opinión e interpretación que información fría. Allí elabora el concepto de la brujería como religión paralela, que sobrevive oculta desde los tiempos del Antiguo Testamento. Analizando los procesos medievales sobre brujería y pactos satánicos, Walter Scott traza un estudio medular sobre las coincidencias globales del culto de las brujas, empezando por asociarlas con una antigua organización, anterior al cristianismo y la judería.



"Las cartas sobre demonología y brujería" fue un impactante éxito comercial, quizá debido al lenguaje coloquial de Walter Scott, el cual jamás oscurece los profundos significados sociales y antropológicos de la brujería y sus derivados.


Tiempo después, Théophile Gauítier, compone su descripción del sabbat en "Albertous ou l'âme et le péché", donde domina un "color" brillante a veces, y oscuro otras. Tanto en la obra de Víctor Hugo como en la de Gautier hay tal virtuosismo que nos recuerda a los pintores y dibujantes de la época, alejados de la sinceridad primitivade el Bosco y la profunda de Goya. El movimiento romántico fue promotor de averiguaciones y trabajos, como la creación del folklore.

Los artistas buscan en el pueblo nuevos elementos para sus invenciones.Es en esta época cuando los eruditos pretenden hallar los filones mas ricos de la mitología germana en la tradición oral, estableciendo una identidad entre las creencias primitivas de los germanos y la de los campesinos, tarea que otros autores extendieron hacia el mundo céltico.
La investigación acabó siendo una collectanea, en una acumulación de datos, casi siempre muy monótona y pocas veces adornadas por alguna gracia.Las brujas salen en zarzuelas, operetas, dramas y novelas, banalizándosele. 



También salen en la literatura regional.
Los poetas modernistas y afines a ellos, explotan su silueta, poniendo como ejemplo en España a Valle Inclán poblaba sus obras de brujas, hechizeras y fantasmas. Lo encontramos en su colección de relatos Jardín umbrío / Jardín novelesco (1905, 1908, 1914, 1920), refleja, en buena medida, los ingredientes habituales de la literatura fantástica: lo prodigioso, lo terrible, lo siniestro o lo inexplicable. Además la mención a la «doncella vieja», Micaela la Galana, que contaba historias de misterio mientras hilaba, nos conduce a las leyendas y tradiciones del folklore local, en este caso el gallego.

Así mismo el recurso del narrador que transmite las historias tal como a él se las contaron, nos remite a la tradición oral y a la clásica narración en primera persona con un destinatario explícito de los cuentos fantásticos. Recurso con el que trata de seducir al lector con el «candoroso y trágico» misterio que desprenden estos cuentos. Por tanto, podemos anticipar que con esta colección de cuentos, Valle-Inclán no pretende tanto mostrar su interés por las leyendas y supersticiones gallegas, sino reafirmarse dentro de la tradición de la narrativa fantástica, tan de plena actualidad en el fin de siglo con la riqueza del folklore gallego.

También tenemos elejemplo del pintor Zuloaga, con su obra "Las brujas de San Millán" , cuya intención es que pasado los años los poetas siguieran hablando de él.


Pero este folklorismo de principios del siglo XX, como otras tendencias mas modernas, nos parecen faltos de sinceridad y profundidad. El historiador piensa que si tiene que decir algo de provecho sobre el tema, tiene que desprenderse de la visión romántica y folklórica, lo cuál es muy difícil, porque tanto ambas son esenciales en la enseñanza oficial y en la vida, ya que es una época en la que los cultivadores de las danzas reigionales y del particularismo rural, son hijos de burgueses dirigidos por especialistas a sueldo, mientras que los hijos del terruño sueñan con tener lo más esencial.


Dejamos el trailer de "Las Brujas de Salem", por si os interesa la película.
http://www.youtube.com/watch?v=XMbhkUdecX4